Tancredo Pinochet: Aproximación a su Vida, Obra y Pensamiento

 

Tancredo Pinochet. Fotografía proporcionada por el autor del artículo.

 

Intelectual e importante político chileno, perteneciente a la Generación Centenario, su obra es hoy para muchos connacionales desconocida, pese a la gran notoriedad que ella tuvo por un espacio mayor a tres décadas de nuestra historia patria.

Es así que para realizar este trabajo, debimos aumentar nuestro esfuerzo, por reunir la mayor cantidad de antecedentes disponibles sobre esta personalidad, acudiendo principalmente a los pocos textos de su autoría, presentes hoy en las bibliotecas públicas, olvidados y condenados, más temprano que tarde, a ser desechados de sus estanterías y bodegas.

Hemos titulado este artículo, bajo el sello de “aproximación”, ya que no tuvimos la fortuna de congregar todos los datos necesarios, como para entregarles una biografía más exacta de esta personalidad.

Sin embargo, creemos que este esfuerzo, contribuirá notablemente a su interés, surgiendo como producto, más de alguna sorpresa en el futuro, que nos dará un perfil más completo y rico de este nacionalista chileno.

Contexto histórico hacia 1910

El siglo XX, sorprende a Chile recuperándose de una costosa guerra civil, que trajo la instalación de un nuevo sistema de gobierno, que lejos de solucionar los vacíos del modelo predecesor, generó nuevos vicios al que se le sumó, la errática forma por parte de la clase política dirigente, de afrontar positivamente los problemas sociales de las grandes masas ciudadanas, que sufrían de pésimas condiciones de vida y de trabajo, produciendo la indisciplina social, la fragmentación interna y la desconfianza hacia los poderes del Estado y la acción del capital.

“(…) Después del 91, los partidos libres ya de la intervención electoral del gobierno, no les bastó para triunfar la bondad de sus programas o la influencia de sus dirigentes; burócratas, terratenientes, capitalistas, profesionales, y recurrieron al fraude, adulterando todos los actos de elección hasta constituir este falseamiento de la voluntad popular, en un abuso más dañoso a las costumbres políticas que la antigua intervención electoral del gobierno.

Cuando amenguó el fraude, arreció el coecho (…)”

Cabero, Alberto; “Chile y los chilenos”; editorial Lyceum 1927; 3° edición, 1948; pp. 237 a la 238.

Todos estos problemas, se irán expresando de una manera más coherente, a través de una vanguardia generacional próxima a los veinte años de edad, proveniente de la clase media, que encabezará una corriente de opinión pública crítica, que empezará a expresarse en las inmediaciones de 1910, como lo demostraron para esa significativa fecha, los discursos de Luis Emilio Recabarren y Enrique Mac Iver, o el texto titulado: “Sinceridad. Chile íntimo de 1910” de Alejandro Venegas y “Nuestra inferioridad económica” de Francisco Antonio Encina.

“(…) Don Ramón Barros Luco elegido Presidente de la República sin lucha, gobernó alternativamente con la Alianza Liberal y con la Coalición (…) Durante esta administración, grupos de obreros en las grandes ciudades o faenas, dirigidos por compañeros más leedores e inquietos o por jóvenes instruidos, desarraigados de tradiciones ávidos de surgir, comienzan a agitar la opinión sobre cuestiones económico sociales (…)

Cabero, Alberto; “Chile y los chilenos”; editorial Lyceum 1927; 3° edición, 1948; Pág.77.

Descontento generacional, que contrastará con las pomposas celebraciones y discursos oficiales, desarrollados con motivo del centenario de la independencia nacional.

Como afirmamos anteriormente, Tancredo Pinochet Le-Brum pertenecerá a esa generación de nóveles chilenos, que tendrán una de las más significativas participaciones, en el desarrollo del país en los años venideros.

Sobre la importancia de la generación centenario, se refirió décadas después Renato Carmona Flores: “(…) es menester señalar que en la historia de la familia espiritual chilena, el nacionalismo comienza a ser redescubierto.

En el N°9 de la revista Dilemas, de diciembre de 1973, se duplica en el trabajo de Hernán Godoy, titulado “El pensamiento nacionalista en Chile a comienzos del siglo XX”, trabajo de ineludible lectura, cuyas conclusiones son de alto interés. En síntesis, señala el autor que en las dos primeras décadas de nuestro siglo, se configura en Chile un pensar nacionalista, cuyos rasgos serían:

-Revisionista histórico, iniciado por Nicolás Palacios en su obra “Raza Chilena”, continuando en forma acentuada por don Francisco Antonio Encina.

-Tendencia anti imperialista y anti oligárquica, que se expresó a través de la crítica a la extrema gerización de la economía y de los grupos dirigentes.

-Aspectos pluralistas de afirmación de los valores del pueblo y de fuerza de sus intereses dentro de un proyecto de integración social y nacional.

-Énfasis en el desarrollo de la enseñanza técnica dentro de un cuadro educativo que realce los valores de la nacionalidad.

-Independencia partidista y actividad crítica frente a las agrupaciones partidarias a quienes se responsabilizaba de la decadencia nacional.

Tal primera aproximación elaborada a partir de autores tales como Nicolás Palacios, Luis Ross, Tancredo Pinochet, Julio Saavedra, Alejandro Venegas y

Encina, le permiten afirmar que “en la historia intelectual de Chile el nacionalismo aparece consistentemente expresado” por tal grupo de escritores.

Cuando la patria se haciendo nación, cuando deja las modas históricas y trata de encontrar su modo histórico, su conciencia política y cultural se afirma como cauce – tal como el viejo Tajamar- a la incorporación de vastos sectores que los sistemas pretéritos mantuvieron en la marginalidad ciudadana (…)”

Carmona Flores, Renato;”Presencia del nacionalismo”; Revista Forja; año IX; N° 2; pp. 5 y 6.

Sin embargo, este interés no fue sólo de autores nacionalistas, sino que también de intelectuales que derivarán más adelante hacia la izquierda, como fue el caso de Rossetti, Nicodemes Guzmán y Ricardo Latcham, este último autor del ensayo “Chuquicamata Estado Yankee” .

La recuperación de la figura del mestizo o el “roto” y su elevación como ciudadano ideal, exigirá la revalorización del acervo étnico – y en el caso de los nacionalistas, también el aporte hispánico- dentro de la formación del carácter nacional, lo que más tarde será denominado como “el alma de la raza”, “el ser nacional” y finalmete la “chilenidad”, concepto que congrega,exalta y promueve las cualidades y potencialidades espirituales positivas del “roto” o ciudadano común de nuestra comunidad.
 

Vida y obra de Tancredo Pinochet

Tancredo Pinochet Le-Brum, distinguido político, periodista autodidacta, intelectual, académico y prolífico autor de crónicas, ensayos, cuentos y novelas.

Nace en 1880, viviendo gran parte de su infancia en la ciudad de Talca, antes de cumplir los diez años de edad, publicó un diario escrito a pluma, donde se dedicaba a hacer crítica a la economía casera , condenando en sus editoriales el abuso de autoridad, combatiendo los castigos corporales a que eran sometidos los niños por los adultos familiares y profesores).

Por ese período, siendo un estudiante, enviaba sus colaboraciones, utilizando el pseudónimo “Alberto Brum”, al diario “La Autoridad” publicando a la edad de 15 años, en ese mismo diario un cuento, el cual fue seleccionado para una antología norteamericana de la Universidad de Columbia, texto auxiliar de lectura utilizado por décadas, para los niños norteamericanos que estudiaban español.

Tras una desgracia familiar, se traslada a Europa permaneciendo allí por un espacio de diez años, período en que escribió los libros “Viaje de Esfuerzo” y “Viaje de un Plebeyo por Europa” (la segunda edición, corresponde a una publicación hecha en Chile en 1915), donde nos narra su experiencia en ese continente, trabajando en diversos oficios, uno de ellos fue como profesor en diversas materias, en una escuela preparatoria en la ciudad de Londres, textos que en alguna medida nos recuerdan algunas creaciones literarias de Joaquín Edwards Bello, tales como “Roto en París”.

Años más tarde, y de regreso en Chile, se instala en la ciudad de Santiago, escribe para el diario “La Ilustración”, “La Revista” de los Poblete Cruzat; la revista “Pluma y Lápiz”; y como corresponsal, su primer libro “Crónicas de Londres a Madrid y Nueva York”, así también realiza estudios en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, de donde egresa tres años después como profesor, ofreciéndosele la Cátedra de Inglés.

Pinochet Le- Brum, para ese tiempo ya esta casado con una ciudadana norteamericana, con quien tiene tres hijos, funda junta a Rossetti el diario “La Opinión”, estableciendo su hogar en las inmediaciones del Parque Cousiño – hoy Parque O´Higgins – a unas pocas cuadras del hogar del crítico literario Alone.

De ese tiempo son dos de sus novelas: “Nieves Eternas” y “Rastrojos”, textos publicados bajo el sello de una editorial creada por el mismo.

En 1909 publica el ensayo “La Conquista de Chile en el Siglo XX”, texto donde denuncia la conquista cultural y económica de nuestro país, “haciéndonos súbditos de otros Estados, con la complicidad o la indiferencia de los chilenos” ( Hernán Godoy).

Anotaba el autor en su ensayo: “(…) todo se nos va. Para el norte entregamos el salitre de las pampas que hemos regado con nuestra sangre; al sur regalamos los tupidos follages de nuestras selvas vírgenes; al oriente cedemos las montañas de nuestra nevada cordillera, y al poniente abandonamos las olas bulliciosas que bañan nuestras playas y en el que sólo surcan barcos extranjeros.

Hace siglos entonces el español: lo conquistó con arcabuces, lanzas y culebrinas.

Hoy lo conquistan los países que han sucedido a España, en el poderío, pero no ya con arcabuces y culebrinas, las armas de entonces, sino con trabajo y capital, las armas de ahora (…)”

De ese período son también los libros “Inquilino en la Hacienda de su Excelencia”, trabajo periodístico donde para reportear la vida de los trabajadores del Presidente de la República, se hace emplear como inquilino de una hacienda; “Este es Chile tu Patria”; El Diálogo de las dos Américas”; “Cómo Construir la Civilización Chilena”; y “Bases para una Política Educacional”.

Último título, donde junto con abordarse el problema cobertura y calidad de la educación chilena, se hizo énfasis en la importancia de la obligatoriedad de la instrucción primaria y la incorporación de la educación técnica para el desarrollo económico nacional.

Temática de la cual también se hizo cargo, entre otros, el político e historiador Francisco Antonio Encina y que concluyó con la aprobación en el parlamento de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria.

Por ese tiempo, a inicios de la primera década del siglo XX, Pinochet Le-Brum funda junto a otros intelectuales chilenos encabezados por el economista Guillermo Subercaseaux, el primer partido nacionalista llamado Unión Nacional.

Dicha agrupación política que exhibió un programa esencialmente económico y que pese a no correr con buena fortuna en el sistema electoral, sus propuestas ejercieron años más tarde, en el primer gobierno de Ibáñez, una gran influencia en la implementación de políticas de Estado, en materia social y de desarrollo económico.

“ Por la acción tesonera de un agitador, don Luis Emilo Recabarren, nace el partido socialista, que repúlsa al demócrata pos sus concomitancias con los partidos burgueses y se organiza en Iquique y Punta Arenas en 1912. Al incorporar después a su programa las aspiraciones soviéticas, tomó el nombre de comunista.

Unos pocos estudiosos dirigidos por don Guillermo Subercaseaux, tratan de fundar un partido nacionalista, con un programa puramente económico, con el objeto de transformar las bases de la organización partidista, prescindiendo de las cuestiones político religiosas (...)”

Cabero, Alberto; “Chile y los chilenos”; editorial Lyceum 1927; 3° edición, 1948; Pág.277

En el período, comprendido entre 1910 y 1914, Pinochet Le-Brum se traslada a la ciudad de Buenos Aires, encargándose de la gerencia de una empresa norteamericana con sede en Nueva York y que distribuía productos para todo el Cono Sur, escribiendo paralelamente correspondencias para variados medios periodísticos, uno de ellos el “Diario de la Marina” de la Habana Cuba.

Próxima a estallar la primera guerra mundial, retorna Chile asumiendo a pedido del gobierno de turno, la dirección de la Escuela de Artes y Oficios, donde a través de su experiencia aprendida en la empresas norteamericanas y establecimientos educacionales europeos, implementó una de las mayores reformas modernizadoras, que si bien generó grandes utilidades y progresos en la educación técnica, encontró una fuerte oposición de algunas personalidades pertenecientes a la administración pública, relacionadas con sectores políticos (conservadores y liberales) y clericales.

Iniciada una campaña en su contra, a través de variados medios periodísticos comprometidos con sectores liberales y conservadores, se le inició un sumario de amplio impacto público, el cual a la larga demostró su inocencia frente a los cargos alzados en su contra y ratificó lo brillante de su gestión en ese recito educacional.

De esa experiencia, publicó de su propio bolsillo al finalizar su administración, el texto “Un Año de Empleado Público en Chile”, verdadero documento histórico que nos habla respecto al papel de la educación en el combate de la pobreza, los orígenes de la educación técnica en Chile y un aspecto anecdótico: cuando empieza la tradición de colocar la bandera nacional en los recintos educacionales, y qué significación original tenía dicha medida implantada por Tancredo Pinochet, en la Escuela de Artes y Oficios.

A comienzos de los años 20´, escribe el ensayo “Oligarquía y Democracia”, texto contemporáneo al ensayo de Alberto Edwards titulado “La Fronda Aristocrática”, saliendo nuevamente del país y viajando por diversos lugares, desarrollando en ese período una intensa actividad periodística y académica, que le hizo valer su reconocimiento público internacional.

A mediados de los años 20´, establecido en la ciudad de la Habana Cuba, dirigió la revista de circulación continental “Toda América”, una de las más conocidas de la época, escribiendo además las siguientes novelas: “Vuelta Abajo”; “El Romance del Tabaco”;”Zafra. El Romance del Azúcar”; “Anticipación”; “Cartas a mi Hijo”, quien por ese entonces se encontraba en Alemania.

Desarrollando algunos viajes a Chile, con la finalidad de dictar conferencias referidas a materias culturales, de gestión y desarrollo económico e industrial.

A principios de los años treinta, estando en Cuba es testigo de la caída del gobierno de Machado, actuando como corresponsal “in situ”, cubriendo los acontecimientos para diversos medios informativos, acontecimiento el cual lo comparó con su experiencia de infancia con la guerra civil de 1891.

De esos recuerdos de niñez, anotó años después, en 1936: “(...) Tenía yo once años cuando triunfó en Chile la revolución reaccionaria que le hacía la oligarquía chilena a Balmaceda.

A mi casa fue a buscar refugio el Dr. Diego Bahamondes, uno de los diputados balmacedistas.

Mi familia lo escondió en el techo por largos meses (...) la esposa de él, y sus dos hijos comían en nuestra mesa común (...) Si ubiera sido encontrado allí, por los revolucionarios habría sido linchado (...)”.

En ese período viajará por Panamá, Costa Rica, Estados Unidos, Londres, París, Berlín y Chicago realizando conferencias relacionadas con filosofía del periodismo.

Durante su estadía en Panamá, creó el primer curso de periodismo y la primera escuela de periodismo en castellano, siendo distinguido el 12 de julio de 1931 como Huésped de Honor del Distrito de Panamá, otorgado por el Consejo Municipal de Panamá.

Las conferencias sobre filosofía del periodismo, fueron solicitadas por los mismos periodistas, lo cual como vemos, exigió finalmente la realización de una Cátedra Universitaria, solicitada oficialmente por el Ministro de Educación para la Instrucción de Panamá José Pezct.

En Panamá, dictó además conferencias en el Teatro Nacional y en el Aula Magna de la Universidad de Panamá, causando un gran revuelo, debido a la gran afluencia de espectadores que se abarrotaban hasta el tope por oír sus charlas, una de ellas titulada “Parangón de la Civilización Norteamericana con la América Latina”, teniendo como resultado la publicación en 1935 del libro “Cómo contribuir a la Civilización Hispanoamericana a Corto Plazo”.

De la década del treinta y cuarenta, seguirán además de títulos de contenido más íntimo, otros relacionados con los acontecimientos nacionales e internacionales de la época: “Cartas a mi Hijo” (dos volúmenes); “Cartas a mi Sobrina”; “Cartas a un Padre”; “Una Biblia Humana”;” Riqueza y Dinero” (ensayo); “Es la Guerra una Necesidad Humana” (ensayo); “Si Yo Fuera Presidente” (ensayo); “La Pampa Salitrera y el Infierno de Dante” (ensayo); “Complejo de Inferioridad de Hispanoamérica” (ensayo); “La Transfiguración de Hitler” (novela).

De vuelta en Chile en 1938, adhirió a la candidatura Presidencial del general (R) Carlos Ibáñez del Campo, representante del pacto Alianza Popular Libertadora, reencontrándose con su amigo Rossetti, quien en ese tiempo era ya un importantísimo dirigente político socialista, adherente de la figura del general Carlos Ibánez del Campo, siendo sorprendido al igual que muchos otros, por los pasmosos hechos que resultaron en la matanza de 59 jóvenes nacistas y tres civiles inocentes, a manos de las fuerzas de carabineros de Chile en el Seguro Obrero y la Casa Central de la Universidad de Chile.

En marzo de 1939, Tancredo Pinochet Le-Brum, entonces director del diario ibañista “Asiés”, sostiene una ácida polémica con el director del diario de la Vanguardia Popular Socialista (ex movimiento nacional socialista) “Trabajo” Javier

Cox Lira, referido a la responsabilidad del Jefe González Von Mareés en los sucesos del 5 de septiembre y en la caída de la candidatura presidencial del general Ibáñez.

Como sabemos, más adelante durante ese mismo año, fue frustrado un intento de conato de los sectores ibañistas en contra del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, y en 1941, se reunificarán las estas fuerzas al alero de la figura del general, para presentarlo nuevamente como presidenciable, conformando después el Partido Agrario Laborista, que llegará finalmete al poder en 1952.

De ese período, no tenemos mayores antecedentes respecto a la vida de Tancredo Pinochet, más sí nuevos títulos, que nos hacen pensar en un período de reflexión y de creación literaria en una esfera , si se quiere “menos comprometida” y más anecdótica: “Vuelta Abajo” (novela); “Motín en la Biblioteca” (novela); “Cuentos” (primera serie); “Cuentos” (segunda serie); “Secuestro” (cuentos tercera serie); “La Autobiografía de un Tonto”; “Mi Smoking sale de Viaje” (interesante texto autobiográfico); “Agonía y Muerte de mi Smoking” (texto autobiográfico); “Filosofía del Periodismo”; “Anticipación” (novela, segunda edición); “La Vida Efímera de un Diario Intenso”; “Génesis” (literatura experimental, novela); “Censura” (novela); “La Casa del Frente es Mía” (novela); Calumnia “(Novela).

Conociendo su pensamiento

Los siguientes líneas, corresponden a una selección hecha por el autor de este artículo, las cuales fueron extraídas principalmente del Libro “Un Año de Empleado Público en Chile” publicado en 1915, donde podrán obtener un mayor conocimiento respecto a su pensamiento y estilo dinámico de escritura.

“(…) Siempre ha sido penoso para mí esta lejos de mi tierra. Si he salido de ella, ha sido para estudiar y poder servir mejor a la causa de su avance (...) Es en la ausencia de la patria cuando más se agigantaba el patriotismo. Cuando salí de mi tierra; yo no era educador, industrial, escritor aún; Y cuando estaba lejos de Chile, si me hubieran preguntado de repente cual era mi profesión, no habría pensado en ninguna de las anteriores; habría contestado sin vacilar: “patriota”.

(...) Yo he descrito en uno de mis libros anteriores, Viaje de Esfuerzo, cómo son las condiciones del obrero en las progresistas fábricas norteamericanas (...) pensaba que estas fábricas debieran servir de norte, de guía, a las demás del país, y mi imaginación iba lejos por que no encontraba entre nosotros nada que me sirviera de inspiración. De tantas y tantas fábricas que han comprendido que su alta misión social va aparejada con su misión económica, pensaba yo en la Bournville, en la vieja Inglaterra.

Cuando compro un par de zapatos para mi niño, yo sé que los obreros que los han hecho en mi país, trabajan día a día hasta la extenuación; que sus salarios son exiguos; sé que, sean hombres o mujeres, niños o viejos, viven en conventillo inmundos y oprobiosos; sé que fuera de las horas de trabajo esos operarios no tienen horas para el estudio, ni para el recreo, ni para la alegría.

Y cuando le compro en cambio ea mi niño una tableta de chocolate que lleva el nombre de Cadbury sé que viene de una fábrica donde el obrero está a mayor altura que la importancia del capital y de la máquina en la misma.

Los gerentes de esa fábrica dicen que el principio supremo de ella es la creencia de que la eficiencia de sus negocios y la felicidad de sus empleados no son sino dos aspectos de un mismo problema.

La manera de estudiar el valor de cualquiera organización fabril es estudiar hasta qué grado crea una atmósfera de cooperación y de amor entre los que trabajan en ella (...) ¡ Qué sueño legítimo para un alma hambrienta como la mía, que el ver a Chile, país destinado a la industria por sus contextura, lleno de fábricas cuyos millones obreros fueran ciudadanos excelsos de una democracia, llamados a crear la civilización chilena sobre los cimientos de la actual barbarie chilena!

(...) Nosotros tenemos que adaptarnos a nuestro medio, en que las fábricas aún no están preparadas para cooperar con la Escuela y en el Gobierno y los particulares son mezquinos para dar el dinero necesario para la educación de las clases populares.

Tenemos que crear este dinero, ya que no lo podemos obtener de otra manera y queremos crearlo enseñando a nuestros alumnos a ser a su vez creadores de dinero; queremos crearlo ofreciendo a nuestros alumnos, simultáneamente con enseñanza, un salario que les ayude a vivir, y a la par que les damos la enseñanza manual y teórica, queremos enseñarle la organización científica de los negocios.

En nuestra corta actuación hemos demostrado, por otra parte, que la Escuela puede sostener talleres fiscales con utilidades crecientes. Queremos, pues, hacer también esto.

En un país donde mil circunstancias nefastas, de las cuales la primera es la falta de preparación, han demostrado que el Fisco nada puede explotar industrialmente sin gruesas pérdidas, deseamos nosotros tener una escuela con fábricas verdaderas, donde el alumno aprenda en medio de las realidades del taller industrial, no sólo el adiestramiento manual que le permite trabajar en el banco o en la máquina, sino también la organización del trabajo, donde vea pácticamente que se pueden y deben administrar los negocios ajenos, incluyendo los del Fisco, con honradez, con éxito (...) Yo creo positivamente que Chile necesita para todo su sistema de educación, desde la escuela hasta la universidad, de técnicos en administración, de expertos, de especialistas. Creo que más que duplicar nuestro presupuesto de educación, nos urge duplicar o multiplicar por diez el buen aprovechamiento del presupuesto actual, y el dinero actualmente invertido en edificios e instalaciones.

Pero si hay una institución, por excelencia, donde deben propagarse con mayor amplitud, ésta es la primera escuela industrial de Chile, la Escuela de Artes y Oficios.

Uno de nuestros principales empeños ha sido implantar en nuestra organización los más rigurosos métodos que nos permitan, desde luego, aumentar la eficiencia del trabajo.

(...) Nosotros queremos formar hombres que no sólo sean industriales, que no sólo sean ganadores de dinero, sino que sean también ciudadanos de una democracia celosa de sus progreso, por que ese es el gran déficit de Chile (...) hombres técnicamente preparados, capaces a la vez de ser verdaderos motores sociales que comprendan que la causa del país es la causa de ellos.

Esta cultura cívica, esta simpatía social, este verdadero patriotismo que muy a menudo confundimos con patrioterismo, es uno de los números más intensos de nuestro programa de trabajo.

A imitación de lo que se hace en los Estado Unidos y en Argentina, enarbolamos en frente de la escuela en la mañana el pabellón nacional, el que permanece flameando a la vista de profesores y alumnos durante las horas de clases.

Queremos llevar al alma de cada uno la convicción de que estamos trabajando para la patria y que esta batalla cotidiana que libramos, de paz y de trabajo, debemos poner tanto esfuerzo y patriotismo como en las batallas que libraron los héroes que hicieron nuestro país.

(...) La nación está cansado de ser juguete irrisorio de conveniencias personales en abierta pugna con las conveniecias nacionales, y cuando hemos formado nuestro programa de trabajo y nos hemos dado a la labor de desarrollarlo en medio de todos los sin sabores imaginables, sacrificando intereses privados; sabemos que no son diez sino mil, que son batallones, los chilenos que queremos la grandeza del país con toda la fuerza de nuestras almas gigantes y que estamos dispuestos a luchar por ella con indomable energía, reclamando nuestra prerrogativa de chilenos para que se nos deje trabajar por Chile.

Es hora de sacudir la modorra, la indiferencia, la apatía; es hora ya que veamos que otros países en nuestra propias fronteras nos están demostrando que se levanta allí un nacionalismo, una energía activa, potente, que quiere el progreso y que nos deja atrás con sus carrera incesante.

Todo nos dice que estamos destinados a grandes fines, nuestro suelo, nuestro clima, nuestra raza; y no es mucho pedir a los elementos pusilánimes, a los espíritus miedosos, a los que no son capaces de llevar ninguna llama en sus frente, que no sujeten por lo menos, al batallón que quiere trabajar, la batallón que tiene fe, que es optimista, al que ha levantado una bandera de progreso que ha de defender a toda cosa, por amarga que sea la lucha.

La escuela y la fábrica son las dos palancas que tenemos en nuestras manos, las dos formidables palancas que han de hacer la transformación de Chile, que han de dar al país su riqueza moral y su riqueza material.

No nuestra escuela antigua, que enseña a leer y sumar y que no educa, ni forma el alma; no nuestra fábrica tradicional que explota al obrero con métodos anticuados de trabajo y lo considera menos que la máquina que maneja.

No. La escuela moderna, con cien ventajas que arrojen luz, entereza de carácter, ciencia, virtud, perseverancia, amor, alegría, a toda la comunidad sedienta de justicia y progreso; y la fábrica moderna, socializada, donde nuestro obrero, hombre y mujer, hoy desesperados de una felicidad que ven y no tocan, valgan más que el terreno, el galpón, la maquinaria y el capital.

Nosotros estamos construyendo. Mientras un parlamento discute; mientras muchos partidos vegetan; en medio de multitudes que ya tiemblan por el porvenir del país, nosotros construimos, hacemos los cimientos de acero de una democracia chilena, imperecedera.”
 

 

Juan Bragassi Hurtado

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Volver

 

Última modificación: 26 Marzo 2007