La Generación Centenario y la Unión Nacional de Chile

 

 

El Partido Unión Nacional, es considerado la primera organización política que en Chile, levanta como bandera de lucha la causa del nacionalismo, insertándolo en el escenario público nacional. Fue creado en una época en que las nuevas corrientes filosóficas y sociales, constituían un importante atractivo hacia una joven y floreciente intelectualidad, asociada a lo que será entendido avanzado el siglo XX como “clase media”.
Esta juventud formará parte de toda una generación protagonista y testigo de los más importantes acontecimientos que cambiarán el curso de sus vidas y de la historia universal: la Generación Centenario.
Nombre donde se asocia su irrupción “en sociedad” con el centenario de la independencia nacional el 18 de Septiembre de 1910.

La Generación Centenario

Como dijimos anteriormente, esta generación desarrollará su quehacer en los más variados ámbitos del desarrollo humano y su aporte renovador trascenderá incluso hasta nuestros días.
Transversalmente toda esa juventud asumirá en Chile una posición crítica hacia el sistema republicano en su modelo parlamentarista y enjuiciará la labor de los partidos políticos tradicionales, siendo muy sensibles a la causa de los trabajadores en el ámbito social, abogando por una mayor participación del Estado en esa materia.
Influencias tales como el socialismo cristiano, inspirado en la encíclica del Papa León XIII (Renum Novarum), se manifiestan también en las disciplinas artísticas, donde también será tema recurrente la búsqueda por establecer certezas respeto a la formación, desarrollo y proyección de la identidad nacional (“el ser chileno”), ya sea desde una perspectiva histórica particular o desde una visión más contemporánea, considerando su realidad continental Americana y su proyección universal.
Ejemplo de ello, podemos encontrarlo en la literatura, con el establecimiento a inicios de 1900 de una corriente literaria denominada “Criollismo”, en donde se toma inicialmente como tema el paisaje y la vida campesina, ahondando con el tiempo en una literatura de un mayor contenido y compromiso.

“El criollismo chileno es hijo del naturalismo y, por eso, es conveniente revisar la llamada generación de 1900. La palabra fue inventada por Augusto D´Halmar (...) Habíamos dicho que alrededor de 1910 cuaje uno de los fenómenos literarios más valiosos de la evolución intelectual chilena. El suceso eje que polarizó ese movimiento fue el año del Centenario. Un poco antes un poco después se publican las obras más decisivas del llamado criollismo y también otras de gran consistencia en el desarrollo cultural del país. Había entonces, dos generaciones de criollistas precursores: una que surge cuando comienza el siglo, y otra que madura en el ápice de 1910 (...) El año del centenario dio cierto contenido nacionalista a las letras Patrias y en torno a los concursos literarios y a diversas circunstancias de crecimiento y madurez observadas en el ambiente santiaguino cuajaron corrientes desconocidas en etapas anteriores de nuestra cultura”.
(Latcham, Ricardo/ en: “El Criollismo”; Colección Saber Nº 7 Editorial Universitaria, 1956; Pág. 7 a la 51)

En materia económica y de política internacional, las críticas irán hacia el modelo capitalista, al imperialismo económico y al colonialismo invasor de los imperios de turno.
Todos estos aspectos, descritos brevemente tendrán su expresión a partir de los años treinta, en la creación de nuevas corrientes de opinión, movimientos, partidos y coaliciones “populares” (frentes de liberación nacional y nacionalismos libertarios) que buscarán representar a la “gran clase trabajadora” (Clotario Blest).

“(...) En esta lucha contra la “Fronda Aristocrática”, las juventudes chilenas llevan a Arturo Alessandri Palma al poder en 1920, y las juventudes militares, a Carlos Ibáñez del Campo en 1924.
Ambos caudillos iberoamericanos se apoyarán por turno en los jóvenes universitarios y en la joven oficialidad persiguiendo unos mismos objetivos.
Sin la juventud del año 20, Alessandri no habría podido vencer a la fronda. Sin la juventud militar del año 1924 Carlos Ibáñez del Campo no habría podido materializar las reformas del año 20, desbaratar el régimen parlamentario y dar acceso a los nuevos estratos de la nacionalidad (...) En tanto, en México se instala lo que denominamos la inteligencia unificadora latinoamericana con el respaldo de José de Vasconcelos, Rubén Darío, Gabriela Mistral, Víctor Raúl Haya de la Torre que llevan a Joaquín Edwards Bello y Vicente Huidobro a crear e impulsar el “Nacionalismo Continental”. La entrada en escena de América Latina se debe comprender como una consecuencia de la incorporación a la vida pública de los nuevos estratos medio y de la influencia que nuestras juventudes van recibiendo de generación en generación por nuestros pensadores, poetas, intelectuales
Latinoamericanos”.
(Zorrilla, Enrique/ en: “La Profecía Política de Vicente Huidobro”; Ediciones Tierradentro, 1996; Pág. 74)

La Unión Nacionalista: Una Breve Historia

Como dijimos anteriormente, El Partido Unión Nacional, tiene la importancia de ser la primera entidad política que asume públicamente la causa del nacionalismo en Chile.
Nace – según consta en una portada del diario El Mercurio de la época - en 1911, siendo integrado por destacadas personalidades, tales como: Guillermo Subercaseaux, Luis Galdames, Alberto Edwards, Alejandro Venegas, Francisco Antonio Encina y Tancredo Pinochet.
Según los recuerdos del Abogado y Ex embajador Enrique Zorrilla:

“(...) En la Escuela, se van turnando las generaciones portadoras del relevo político en una lucha intergeneracional que se inicia en 1910. Es la generación del Centenario que se hace presente con Guillermo Subercaseaux, Alberto Edwards, Francisco A. Encina, Luis Galdames, para fundar la Unión Nacionalista de Chile (sic). Esta generación retoma las banderas de los libertadores, se pronuncia contra los estériles debates religiosos, doctrinarios, partidistas. Quieren acabar con el régimen parlamentario y advierte la amenaza que significa para el país el dominio incontrarrestable de la “Fronda Aristocrática”.
(Zorrilla, Enrique/ en: “La Profecía Política de Vicente Huidobro”; Ediciones Tierradentro, 1996; Pág. 73-74)

Los integrantes de esta organización coinciden en analizar el país después del gobierno de Diego Portales como una nación que ha caído en una crisis moral, criticando paralelamente a la democracia liberal, al ejercicio de los partidos políticos y a la forma de votación (sufragio universal), desacreditado en ese entonces por el fracaso de la “libertad electoral” y el ejercicio del cohecho.
La Unión Nacional aspiraba a la instauración de un gobierno fuerte presidencialista de autoridad, inspirado en los “principios portaleanos” de respeto a la autoridad, disciplina, honestidad, sobriedad y probidad.
Idea que lo conecta con una preocupación propia de la época, cual es el rescate, estudio y valoración de la herencia hispánica y del pasado colonial de Chile.
Así mismo, su programa político exigía el robustecimiento del poder ejecutivo, la protección de la industria nacional, nacionalización de todas las industrias que se presten para ser explotadas por empresarios chilenos, la intervención del Estado a favor de la protección de la “clase trabajadora”, la enseñanza obligatoria, etc.
Pese a su corta trayectoria en el escenario político nacional y con una militancia más bien intelectual, que hacía funcionar a esta agrupación más como una corriente de opinión o círculo académico que como partido, se decide su participación para las elecciones de 1920, “(…) donde no pudo sacar ni un solo parlamentario (…)” (De Luige, María A. / Nacionalismo ¿Presente?; en: El Mercurio de Valparaíso; Domingo 17 de Mayo 1987; cuerpo D6)
Respecto a esta agrupación anota Alberto Cabero en su libro “Chile y los Chilenos” de 1926:

“Por la acción tesonera de un agitador, don Luis Recabarren, nace el partido socialista, que repulsa al demócrata con sus concomitancias con los partidos burgueses y se organiza en Iquique y Punta Arenas en 1912. Al incorporar después a su programa las aspiraciones soviéticas, tomó el nombre de comunista.
Unos pocos estudiosos dirigidos por Guillermo Subercaseaux, tratan de fundar un partido nacionalista con su programa puramente económico, con el objeto de transformar las bases de la organización partidista, prescindiendo de las cuestiones político- religiosas. Este propósito no tuvo eco en la opinión: las masas populares necesitan ideas sencillas que las seduzcan y sentimentalismos que los apasionen”.
(Cabero, Alberto/ en:” Chile y los chilenos”: editorial Lyceum 1926; Pág. 247)

Pese a este evidente fracaso electoral y su posterior disolución, las cabezas más representativas de esta organización, lograrán en el tiempo ejercer con su trabajo intelectual y político una gran influencia, la cual trascenderá a sus círculos afines y más todavía, a su época.

Trascendencia Intelectual

Refiriéndonos específicamente en esta área, podemos citar como ejemplo a Francisco Antonio Encina con su “Historia de Chile” – trabajo completado años más tarde, con ayuda del entonces refugiado de la Guerra Civil Española Leopoldo Castedo - y “Nuestra Inferioridad Económica”; Alejandro Venegas Arrollo con “Sinceridad. Chile Íntimo de 1910”; Guillermo Subercaseaux “El Papel Moneda”; Alberto Edwards “La Fronda Aristocrática”; Tancredo Pinochet “La Conquista de Chile en el Siglo XX” y “Oligarquía y Democracia”. Obras que de alguna manera siguen y complementan estudios y ensayos anteriores respecto a la realidad nacional, como la siempre citada obra de Doctor Nicolás Palacios “Raza Chilena” y a otras similares, realizadas en el Chile del siglo XIX (la “Generación 98”) por autores, tales como: José Victorino Lastarria, Vicente Pérez Rosales, Diego Barros Arana, Luis Orrego Luco y Moisés Poblete.
Sus proyecciones, en conjunto las veremos en los análisis desarrollados con posterioridad a 1920 a través de la pluma de: Joaquín Edwards Bello, Darío Salas, Tomás Guevara, Alberto Cabero, Ricardo Latcham, Fausto Valdés Vergara, Luis Thayer Ojeda, Carlos Keller, Jorge González Von Mareés, Ricardo Donoso, entre muchos.

 

 

Juan Bragassi Hurtado

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Última modificación: 03 Enero 2006